Historia de una corrida de toros.

Desde el Siglo XVIII en España se ha dado el fenómeno de masas conocido como “corridas de toros” el nombre es peculiar, para que negarlo, no obstante las tardes de toros encierran mucho mas que la muerte del animal en cuestión.

Aunque la lidia de toros se practica desde muy antiguo, en la segunda mitad del siglo XVIII se produjeron en España una serie de novedades en su práctica que dio lugar a las corridas de toros en su sentido moderno. Destacan el nacimiento de ganaderías bravas que seleccionan los toros más adecuados así como gente del pueblo que se especializa en este arte y cobra por ello. En última instancia y no menos importante por ello, se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica y las normas que van definiendo el arte de torear.

Existieron dos corrientes regionales de cuya combinación surgió el toreo de hoy día: La tauromaquia vasco-navarra basada en los saltos, en los recortes y en las banderillas y la andaluza basada en capas para engañar a los toros. Ambos estilos se disputaron la simpatía del público, ganado como todos sabemos el modelo andaluz incorporando además la suerte de banderillas. No obstante los espectáculos de saltos y recortadores son muy populares entre nuestros festejos.

Nace la muleta por fin y en pleno siglo XVIII se dan las primeras corridas de toros similares a las de hoy día.

Una vez decantado el toreo en favor de la idea andaluza, surge una nueva disputa entre toreros andaluces a finales del siglo XVIII: rondeños contra sevillanos discrepaban en la finalidad de la lidia: para los rondeños lo fundamental era la estocada. Cuantos menos capotazos mejor, para no agotar al toro y poderlo matar recibiendo (no conocían el volapié actual, que consiste en citar al toro sin moverse el torero para darle la estocada final). En cambio, los sevillanos consideraban que lo importante era lucirse con el capote, mientras que la muerte era solo una forma de poner fin a la faena cuando el toro ya estaba agotado.

Tras la Guerra de la Independencia Española, en 1830 rondeños y sevillanos se unen para dar un único sentido compaginado a la lidia. Y así desde Belmonte o Joselito en el Siglo XX pasando por Manolete y su terrible final en linares, Dominguín y Ordoñez hasta Castella y José Tomás entre muchos otros nombres de prestigio consagrado se ha escrito la historia de los toros.

Escribo este artículo como aperitivo a lo que viene después, ya que actualmente se está poniendo en entredicho la permanencia del espectáculo taurino español cosa que analizaré en el siguiente artículo.
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